volviendo de misiones

son las tres de la tarde y estoy en un pueblo de 3000 habitantes en el sur de misiones.
mi mochila está esperándome en la boletería del micro en que vuelvo dentro de dos horas.
anoche estuve haciendo de estudiante de naturales cantando temas de sui generis, con guitarra y fogón.
mis zapatillas, mis pantalones y mis manos están envueltas en tierra colorada, o rojo profundo, como le llaman al suelo rico en hierro bien arcilloso que abunda por acá.
la semana se pasó entre cultivos de té, yerba y tabaco, fábrica de cítricos, un frigorífico enorme con faena de cerdos y olor repulsivo, noches de cielo con muchas estrellas, venus y marte also were there.
24 alumnos y 3 profesores. mi cámara de fotos llena de cactus, orugas, larvas, mariposas, patitos amarillos, pitangas, mis pies en un arroyito, yo siempre tan desarreglada en todas, pero igual la cara de feliz cumpleaños.
nos movimos de un lado al otro en una ford del año nosecuanto, tipo ganado nos llevaban, pero con la cara al viento, y la voz en off de los profesores hablando de ecosistemas, sucesiones, disturbios antrópicos y naturales, invasión de gramíneas, no me he quejado en absoluto.
obvio que no fui de las más mugrientas, ni de las más ruidosas, pero si de las más preguntonas, y de las más nerds. saqué un par de hipótesis de las que me puse orgullosa, y dije varias estupideces pero no me importa nada.
las noches las pasé hablando por teléfono con el nenito, tratando de retratar dónde es que estaba, y cómo un lugar así me hace feliz. el problema fue que todo el tiempo me hubiese encantado que esté ahí.
cuando encontramos las cascaditas en medio de la selva, y nos tiramos todos al agua, yo quería tirarme con el nenito, jugar guerra de agua, y que se caiga y se resbale con el fondo de rocas con verdín. y nos reiríamos como siempre hacemos.
prometo fotos cuando llegue a casa.

primavera de colores

de flores amarillas como las de floricienta

de paseos de mediodia

de nenitos arriba de un tren lleno de bonsais y flanes gigantes...

cielos que dan ganas de volar...

por las calles de la ciudad mas linda los nenitos pasean en un gran camión que no tiene bocina, amenazando con dejar sin postre al que no quiera jugar carreritas...

the way back home.
los árboles del parque, mientras viajo de vuelta a casa, siempre me recuerdan que no estoy lejos. que puedo volver cuando quiera.
que vivo sola allá, pero que es optativo.
que puedo retractarme por semanas y no volver.
y creo que es la máxima razón por la que me sigo quedando, porque ya se que mi casa es acá. porque así lo siento.
aunque me encante donde viva, no puedo aceptarlo.
es medio de nenita tonta, pero no puedo decir que definitivamente vivo allá.
hay veces que si no tuviera mi skyrider, me quedaría en el sillón de mamá.
pero siempre vuelvo por él. por él y las tardecitas en la ventana.
por él y las caminatas de noche cuando hace frío. aunque el siempre prefiera un taxi.

el otro día fuimos a mc donalds, y había un mantel de papel que decía frases como "me encanta hablar con amigos" y un dibujito adhoc.
encontré para muchos:
"me encanta pescar"
"me encanta la comida de mamá"
"me encanta ver las nubes"...

inventé unas:
"me encanta boludear a la ayudante de invertebrados sin alegrías" (you know what i mean)
"me encanta tomar fernet"
"me encanta comer patitas con heinz"
"me encanta volver a casa"

y ahí cerré este post circular.

época de orden en la vida de la niña que huele a vainilla.
orden en la casita.
orden en sus carpetas de la facultad.
previniendo una época de desórdenes, con un par de viajes, y varios exámenes.
recién me fui de la casita, muy contenta de haberla visto al fin ordenada, oliendo a jazmín, con los platos limpios, y un claro ambiente que invita a estudiar invertebrados.
en cualquier momento hago churrasco y lleno todo de olor, y fue.