ayer estaba andando en bici por una colinita de esas verdes que hay por acá.
en una curva, llegué a una pendiente.
solté los pedales y me dejé caer.
alcancé una velocidad a la que no estoy acostumbrada... y la adrenalina fluía por mis vasos de una forma tan loca, tan adictiva.
juro que la sentía correr por mis adentros.
el nivel en sangre crecía directamente proporcional a la velocidad a la que descendía.
mientras caía cerré los ojos.
dejaba entrar todo el aire y el viento y la brisa y todos los aires por mi boca.
wide open.
y tuve un momento de lucidez entre mi latencia ciclística:
esa es la misma sensación en la que me veo cuando me siento vulnerable.
me dejo caer. me embriago de vértigo.
así como en la bici anulé mis reflejos y maximicé mis sentidos del tacto al aire violento.
y ya no hago nada, no miro alrededor, no me alarmo, no tengo cuidado.