no podés montar un circo en torno a tu blog... porque es *tuyo*
es cierto. es mi blog y voy a contar lo que tengo ganas, lo que me acuerdo desde ayer. esa angustia de mi sola.
sentirme censurada por tus pensamientos enormes,
bien altos, aplastando a mis palabras que son como plántulas,
que se enredan como pequeñas hiedras y me atan los pies al suelo.
y si, me molestan, y no me dejan caminar
me los arranco con fuerza, con las manos
coloradas de la furia ... de no poder liberarme
del todo de esta maraña de frases hechas.
me canso, me tiro al piso y lloro con la cabeza llena de hojas de hiedra,
me canso, me tiro al piso y lloro con la cabeza llena de hojas de hiedra,
sin saber qué hacer con ese enredo tan natural,
tan mío.
desenredarlo, quemarlo?
pisarlo hasta que me agote?
hasta hacer un intragable vino de hiedra?
y tomármelo como un castigo por mi inmadurez?
por esta inmadurez que me reprochaste, que me pegaste en la frente con veinte mil alfileres que me dolieron y me sangraron.
son tantos los alfileres,
no puedo arrancar este letrero enorme que me desnuda ante todos
y que dice inmadurez.
la llevaré ahí colgado,
la llevaré ahí colgado,
dejando que se oxiden los alfileres o se caigan solos,
y no me importa que sea tan grande
ni tan luminoso
este cartel que me caracteriza ante su supuesta hombría y tu cabeza ordenada.
y los estantes en mi mente están desordenados,
y los estantes en mi mente están desordenados,
se me caen los libros, las hojas sueltas...
quizá ordeno algún estante,
pero parece no dejarme del todo contenta.
siempre admirando tu estantería
siempre llena de libros gordos, escritos y sucios por el uso,
como a mi gustan los libros.
y ahora me da bronca ver un estante tuyo desordenado,
que vos mismo pateaste ayer,
y rompiste cosas
y las tiraste por la misma ventana de la que alguna vez hablamos.
yo también sigo desordenando,
pero sólo para empezar de nuevo,
a armar todo como me plazca.
y sola.