se despertó de repente y sintió su fiebre.
se había quedado dormida sin avisarle al cuerpo, y encima debía cuidar de su niño cálido.
el que dormía con frío. y la estufa al máximo.
los ojos cerrados, la paz en sus párpados...
ella no sabía cuanto tiempo había estado mirándolo desde afuera. cualquier intromisión de su piel cerca de la de él rompería con el equilibrio perfecto que constituía cada una de las células que lo forman.
lo dejó descansar en su infancia de gripes,
de jarabes de color rosa,
de aspirinetas robadas del botiquín,
de besos de mamá en la frente,
de tos con cara de meestoymuriendo.
ella lo adoraba con ternura, lo rodeaba con sus alitas de mariposa amarilla brillante, dibujando un dosel alrededor de su cama con un aleteo hipnótico.
