ella caminaba en puntitas, alejándose de algo...miraba por sobre sus hombros huesudos hacia los pasos desgarbados que iba dejando.
corría entre un bosque plagado de hojas secas, y el crujido de la alfombra natural bajo sus pies sólo la hacía flotar, y alejarse de a momentos del suelo.
alguien vino y le regaló un par de alitas, en silencio, pero mirándola con ternura, dedicado a su propósito. y nunca le contó cómo usarlas. se quiso quedar a verla volar.
él se reía de sus frustrados intentos, de su pelo desordenado, del ocre de las hojas entre sus piernas, un par de piernas largas que se ennegrecían de caerse, perdían color, despacio, como sin querer.
fastidiada de intentarlo, de saber que volar no era para todos, lloraba sentada al pie de un ginkgo de esos que hay en el caminito al museo, con las hojas amarillas de septiembre.
porqué me regalaron alitas a mi?
me las regalaron? o es q tenían q llegar en algún momento?
a todos les llegan alitas?
todas tienen ese...ese color de mis alitas? que no se borra con las caídas. que ahora se ve más lindo que el día en que me las dió.
